14 de enero de 2010

Mención a Cobi en "El Periódico"

Ayer escribía aqui sobre el anuncio del alcalde de Barcelona, Jordi Hereu de la posible candidatura de la ciudad para unos futuros Juegos Olímpicos de invierno. Remataba con la posible mascota que podría salir ahi : un cobito de nieve (mitad cobi , mitad copito de nieve, ese gorila albino que tuvo el zoo de Barcelona).
Hoy el editorial de El Periódico rescata a nuestra querida mascota de Barcelona'92 :


" Cobi quiere calzarse los esquies"






El Ayuntamiento de Barcelona, por boca del alcalde Jordi Hereu, ha adquirido un gran compromiso público al anunciar que la ciudad presentará su candidatura a los Juegos Olímpicos de Invierno del 2022 bajo la etiqueta Barcelona-Pirineus. La ciudad sabe de sobra que aspirar a un acontecimiento de estas dimensiones requiere liderazgo, tesón, planificación y capacidad de maniobra para contrarrestar la oferta de los adversarios. Si además, como es el caso, la ciudad que promueve los Juegos se encuentra a más de 150 kilómetros de la nieve, está obligada a vender muy bien la idea, como hizo Turín en su día, para que sea tenida en consideración.
No hace falta explicar demasiado a los ciudadanos de Barcelona qué beneficios reporta la organización de unos Juegos, pero sí conviene hacerlo seguramente a los de aquellos lugares que presumiblemente están llamados a acoger las pruebas al aire libre. Las contraprestaciones en materia de infraestructuras, turismo y proyección exterior sirven para una mejor articulación del territorio, pero afectan también a la conservación del medioambiente y a la utilización de los espacios, y esto debe explicarse. Todo lo cual hay que unir al hecho de que en los últimos años la oferta de las estaciones de nieve catalanas ha quedado rezagada y en desventaja frente a las áreas limítrofes, que han disfrutado del apoyo de la iniciativa pública.
En suma, considerar la presentación de una candidatura olímpica ha de ser la antítesis de la improvisación y de las servidumbres electorales. Es decir, que el proyecto Barcelona-Pirineus no puede ser quincallería en las campañas que se avecinan –las autonómicas, primero, y las municipales, en el 2011–, sino un desafío de largo recorrido que sume cuantas más complicidades mejor.
Tampoco puede ser el anuncio de Hereu el punto de partida de un conflicto que dañe la convivencia de Catalunya y Aragón. No será esta la primera ocasión en la que dos candidaturas españolas compiten –Jaca ya se midió con Granada y Sevilla con Madrid–, y denotaría falta de madurez política convertir las aspiraciones olímpicas de Barcelona-Pirineus y Zaragoza-Jaca en origen de una disputa. Como se dijo en su día de Madrid con relación a la candidatura de Sevilla, carece de lógica imaginar que la sucesión de candidaturas de un mismo lugar puede bloquear la presentación de otras con idéntico derecho a disputar la carrera.

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